Todo el pueblo de Ariño y gentes de los alrededores y otros lugares celebraron la jornada de convivencia más multitudinaria de la Semana Cultural de este mes de abril de 2009.
A las cinco y media de la tarde del sábado, 25 de abril, comenzaba a hacerse realidad todo lo planificado en tantas horas de reuniones y trabajos de la comunidad polaca de Ariño y sus alrededores.
Diferentes exposiciones sobre la celebración de la Semana Santa en Polonia, información de sus ciudades y lugares de origen, personajes importantes de su país, llenaban el lado derecho del rectángulo del salón multiusos que dispone la localidad. Debajo de los expositores y sobre una larga mesa se presentaba con gran esmero y cuidado los productos culinarios que se elaboran para la semana religiosa más importante del año como los huevos de pascua o las monas de pan con figuras de animales de granja.
En el otro lado del salón esperaba una inmensa variedad de platos de repostería para degustar al principio de la Jornada.
Los actos comenzaron con unas palabras de bienvenida del Alcalde Joaquín Noé, que invitó a guardar un minuto de silencio por Gregoz Imbiorowski, minero de nacionalidad polaca que murío el pasado día 5 de marzo en un trágico accidente laboral. Minuto que fue acompañado por el sonido de violines y cantos según la costumbre polaca.
Seguidamente el grupo de música y bailes tradicionales “Kapela Hajduk”, que vino desde Polonia, acompañado por el grupo de música tradicional aragonesa “La Libertina”, y por el grupo de bailes tradicionales que coordinan Ernesto Francés y Anacris Monteagudo, comenzaron a deleitar al público con una armoniosa mezcla de violines y dulzaina, con canciones y bailes populares de Polonia y Aragón. Era la primera vez que se veían y sólo hizo falta un momento para expresarse de forma perfectamente orquestada y conjunta a través de la música.
Las parejas de baile consiguieron la participación del público, bailando desde los más pequeños a los más mayores, durante más de dos horas.
A las nueve de la tarde, en el exterior del local, tuvo lugar una cena de barbacoa. Cochinillos, salchichas, chorizos, churrascos, morcillas, brochetas,… rehogados con salsas; guisos de patatas con cebolla y cerveza de Polonia; carne de cordero a la parrilla con buen vino de la tierra.
Hacia las once de la noche, volvía a sonar la música de los violines, el acordeón y el contrabajo, que acompañó a los juegos típicos que se realizan en Polonia en las fiestas de la montaña, tal como ellos las denominan. Las carreras por tríos sobre esquís y el corte de troncos con sierras de doble mano, fueron los más agradecidos.
Como viene siendo costumbre en las fiestas de aquí, no faltó un bingo hacia la una de la madrugada, que dio paso a las últimas tertulias de los más trasnochadores.
Un II ENCUENTRO que ha servido de acercamiento, sobre todo, entre las dos culturas mayoritarias y que ha dejado ya un buen recuerdo.
José Antonio Blesa